¿La alianza ganadora?
Isael Petronio Cantú
Nájera
La hegemonía del PRI en Veracruz es indiscutible: domina
todos los poderes que integran el gobierno: ejecutivo, legislativo y judicial.
Así la división de poderes que es el primer control para evitar la dictadura o
monarquías simuladas (recordando un poco la idea de Vargas Llosa) en Veracruz
no existe; todos y cada uno de los servidores públicos del Poder Legislativo y
Judicial se someten de buen grado o vendiendo su consciencia al gobernador en
turno.
En el ámbito de la sociedad civil, la población aunque suele
militar en diversos partidos, por lo común en medio de las campañas, acostumbra
también vender su voto al mejor postor y cuando no es así, los viejos
mecanismos de coerción y de fraude electoral cumplen la función de hacer posible
el triunfo del PRI; cuando se recurre a las instancias legales del poder
judicial en las áreas electorales, es común que los jueces se inclinen por
despreciar pruebas y testimonios del recurrente fraude y terminan por desechar
la queja interpuesta. Así, el PRI, controlando, hegemonizando, creando una
cultura del fraude, de corrupción e incluso de “valemadrismo” ante el
significado profundo de la legalidad y vivir en un Estado de Derecho, logra
“ganar” la mayoría de las elecciones, tanto a nivel estatal como municipal y distrital.
A pesar de que se escucha entre una buena parte de la
población que el PRI gana mediante el fraude y la compra de votos, no existe un
movimiento social cohesionado, que en fuertes agitaciones postelectorales
someta a crisis al sistema y logre tumbar al gobierno… este, se despliega en
una serie de mecanismos de “compensación” comprando voluntades en lideres de
“oposición” corruptos y en una serie de políticas públicas de transferencia
financieras hacia los más desprotegidos que logran un efecto tal y como lo
logró Nerón con su política de “Pan y Circo”.
Es cierto que la diversidad de la sociedad mexicana ha roto
los viejos esquemas partidarios y que se presentan de mejor modo las
candidaturas ciudadanas y que el número de partidos políticos se ha
multiplicado, sin embargo, la política priista de cooptación y compra de
voluntades corruptas ha creado una cruel simulación de la democracia y de la
diversidad.
No es raro ver candidatos “independientes” impulsados por el
PRI que inician campañas para dividir el escaso voto de oposición, de partidos
políticos paleros que con el mismo fin, desgarran la escasa unidad de los
grupos que quieren construir otro modelo de gobierno.
De hecho en toda campaña electoral hay dos frentes que
buscan estratégicamente crear “alianzas” para derrotar a su enemigo: las
alianzas del PRI, puesto en el centro del espectro político, que dados los
recursos financieros y político administrativos, resultan más fáciles de
construir y las de la oposición, cuya desventaja financiera, administrativa y
cultural lo expone siempre a la precariedad.
En Veracruz el PRI ha sumado fuerzas corporativas de viejo
cuño dentro de los sectores sindicales, campesinos y obrero patronales, incluso
en los populares, donde se despliegan programas, tanto estatales, municipales y
federal donde “algo” se le da a la gente: desde la mísera despensa de alimentos
hasta plazas administrativas en las distintas secretarias del gobierno, pasando
por permisos, concesiones, contratos y todo mecanismo que le sume votos o por
lo menos: no lo hagan en contra de él.
Ante ese escenario, dos fuerzas ideológicamente adversarias,
contrarias, ubicadas en la derecha y en la izquierda, han abandonado sus
principios políticos y éticos con el fin estratégico de intentar derrotar al
PRI.
Por lo menos, en el PRD, partido que conozco desde adentro,
su máximo órgano de dirección: el “Consejo Estatal”, en su momento aprobó una
“Amplia Alianza Ciudadana” para enfrentar al partido hegemónico y construir un
nuevo gobierno democrático con una ciudadanía participativa, justiciero y
plenamente respetuoso del Estado de Derecho. Dicha alianza debería estar
privilegiada con la “sociedad civil”, es decir, con los movimientos sociales de maestros, jubilados, familiares
de desaparecidos y trata de personas, víctimas del narcotráfico, periodistas,
mujeres, jóvenes, grupos indígenas, en síntesis: de todo movimiento o persona,
que han sufrido los embates del mal gobierno priista; y en última instancia con
partidos políticos diversos, incluido el PAN. En ese sentido, también la
dirección nacional del PRD se pronunció, ante la falta de real competencia
electoral en el país y los mecanismos ilegales del PRI para mantenerse en el
poder.
En Veracruz no se ha respetado el acuerdo del Consejo
Estatal ni del nacional, porque lejos de priorizar la alianza con la sociedad
civil, se privilegió la alianza con Miguel Ángel Yunes Linares, prominente
priistas y ex secretario de gobierno en el sexenio de Patricio Chirinos Calero,
quien ante la pérdida de la candidatura a la gubernatura frente a Fidel Herrera
Beltrán decide, con todo y su familia: ser un converso y volverse panista; actualmente
es diputado federal por ese partido.
La deriva de Yunes desde el PRI hasta el PAN no es igual que
la que hizo el ingeniero Cárdenas del PRI al PRD; mientras el primero ha
recorrido ese camino con las misma herramientas que cualquier priista utiliza
para hacerse del poder, el ingeniero Cárdenas utilizó un programa democrático y
su prestigio ético y moral para construir el PRD y seguir bregando en la
construcción de un nuevo gobierno, diferente al PAN y al PRI.
En el seno del propio PAN las inconformidades por el poder
que Yunes tiene dentro de ese partido no son menores, los panistas originarios,
siguen viendo con malos ojos el arribo del priista a la cúpula estatal del PAN
y su asalto a la candidatura de la gubernatura; saben que entre la forma de
hacer política de Yunes y la plataforma del PAN hay un tramo insalvable en el
campo de la honestidad, la congruencia y el ideario político.
En el campo de las izquierdas, particularmente en la
dirección fragmentada del PRD estatal en Veracruz se vive: la mezquindad y la ruindad reina. Traicionando
los resolutivos del Consejo Estatal y Nacional, el grupo en el poder está montando
la candidatura de Yunes a contrapelo de la base del partido, pero sobre todo,
de los miles de simpatizantes que no ven con buenos ojos una alianza con su
adversario político.
Al PRD lo obliga su “línea política”[1]
aprobada en el último Congreso Nacional, en cuanto a la formación de un “Amplio
Frente Político” para lograr tres objetivos estratégicos: Terminar con el modelo económico neoliberal, impedir la regresión hacia
el régimen autoritario, y lograr la construcción de un Estado social,
democrático y de derecho, tal y como lo señala el numeral 3 de dicho
documento.
El numeral 4 de la línea política, obliga al PRD y sus
direcciones a que toda política de alianzas sea “transparente, de manera
pública y de cara a la ciudadanía y en torno a programas y plataformas que
impliquen cambios democráticos”, estableciendo además el grado de
corresponsabilidad del partido en esas alianzas una vez que se integren los
gobiernos.
El numeral 5 de documento, señala claramente que las
“alianzas políticas, electorales y coincidencias parlamentarias” deber ser
orientadas principalmente hacia “otros partidos de izquierda, hacia las
múltiples organizaciones sociales, civiles y, especialmente, hacia todas y
todos los ciudadanos que comparten una identidad democrática, libertaria,
progresista e igualitaria” fomentando de esa manera el programa del Partido y
de la izquierda en México y dice de manera enfática: “Reafirmamos que en la
perspectiva actual de nuestro Partido y en las de sus dirigentes nacionales, no
existe propósito alguno de establecer alianzas electorales de carácter general
ni con el Partido Acción Nacional ni con el Partido Revolucionario
Institucional.”
El numeral 6 de la línea política del PRD, por consiguiente
señala que la “excepcionalmente” y para fines específicos habrá alianzas más
“amplias y más allá de la Izquierda” pero “en ninguna ocasión con el PRI”; así,
sigue diciendo el texto: “Nuestras alianzas electorales sólo podrán
establecerse, a partir de que estén sostenidas en agendas legislativas y
programas de gobierno que prioricen el interés superior del país y de la gente;
que tengan carácter social, democrático y progresista, que sean de conocimiento
público y que, invariablemente, sean avaladas por la dirección nacional del
partido.”
Queda claro, que el PRD, mira estratégicamente la necesidad
de aliarse con fuerzas de izquierda de la sociedad civil para derrotar al PRI y
que el extremo es llegar a unirse con el PAN para dicho propósito, y que ese
extremo debe ser cuidado sobremanera: priorizando el interés superior del país,
de la gente; además que se base en un programa eminentemente de carácter
social, democrático y progresista, de conocimiento público y que en última
instancia, lo avale la dirección nacional.
Es justamente en el objetivo ético-político donde la alianza
en Veracruz, entre la dirección del PRD y Miguel Ángel Yunes Linares, está
violando la “línea política del PRD” y traicionando a sus militantes y a la
ciudadanía que se identifica con la izquierda y la democracia; pero además, de
manera trágica, labrando su propia derrota al construir una alianza: a
contraespaldas del movimiento democrático veracruzano.
Esta alianza tipo “frankestein” es contranatura de toda
alianza estratégica en el campo de la lucha política electoral; pues dado el
control del PRI de la estructura administrativa y de los estamentos sociales
vía mecanismos clientelares o coercitivos, aquella, cree que puede hacer lo
mismo que el PRI para “comprar” los votos ciudadanos suficientes para
derrotarlos. Una estrategia así, solo consigue llenar más de estiércol el
cochinero que se quiere limpiar.
El ciudadano que quiere derrotar al PRI y aspira a un nuevo
gobierno, no votará por un Yunes que ofresca más de lo mismo, para eso están
sus primos: tanto Héctor como José Yunes que son los candidatos del PRI… y
éstos lo saben, saben que hay un tercio de electores que les da igual por quien
votar, por consiguiente, simplemente impulsarán que se vote en la misma
dirección de siempre; así, el voto duro del PRI y el de los electores que les
da “igual”, resulta suficiente para ganar por una mayoría dentro de las
minorías.
Finalmente, a las élites del PAN y del PRD que impulsan la
alianza “PRD-Miguel Ángel Yunes Linares” no les interesa mucho ganar las
elecciones a gobernador, les interesa ganar algunos cargos de diputados vía
plurinominal, donde puedan seguir medrando del erario público; eso sí, venden
la alianza a los bobos como una estrategia “ganadora”, cuando dejarán que se
desinfle a la mitad del camino y reinicien las negociaciones para cargos
administrativos de cualquier tipo.
Por su parte, la otra izquierda, MORENA, y los movimientos
sociales veracruzanos, estarán sin tanto aspaviento sumando votos a nuevos
candidatos o tal vez viejos, que arriesguen propuestas que ataquen de frente
las carencias de los gobiernos del PRI y propongan audaces soluciones en
materia de corrupción, de seguridad pública, de empleo, de igualdad sustantiva
entre los géneros y demás derechos sociales de los grupos marginados del
estado.
Luego vendrá el infierno y el vituperio, cuando se acusen
mutuamente de su “derrota anunciada” y se descubra como el propio gobierno “le
dio” dinero a sus agentes, tanto dentro del PAN como del PRD, para larvar y
torpedear la alianza friki.
Queda poco tiempo para ponerle remedio al fracaso y ese
remedio está en dejar las candidaturas a la sociedad civil, a los maestros
disidentes, a los pensionados recién golpeados, a las cámaras empresariales, a
los grupos de ecologistas, a los movimientos por la igualdad sustantiva, a los
indígenas… todavía hay tiempo… veremos si gana la necedad o la ambición
política de las cúpulas.
Por mi parte, votaré por todo candidato ciudadano que
proponga un proyecto de gobierno fundamentalmente social, democrático y de derecho
y que además demuestre que es consecuente y acepte la revocación del mandato
sino cumple con el mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario