martes, 5 de enero de 2016

¿La alianza ganadora?

¿La alianza ganadora?

Isael Petronio Cantú Nájera

La hegemonía del PRI en Veracruz es indiscutible: domina todos los poderes que integran el gobierno: ejecutivo, legislativo y judicial. Así la división de poderes que es el primer control para evitar la dictadura o monarquías simuladas (recordando un poco la idea de Vargas Llosa) en Veracruz no existe; todos y cada uno de los servidores públicos del Poder Legislativo y Judicial se someten de buen grado o vendiendo su consciencia al gobernador en turno.
En el ámbito de la sociedad civil, la población aunque suele militar en diversos partidos, por lo común en medio de las campañas, acostumbra también vender su voto al mejor postor y cuando no es así, los viejos mecanismos de coerción y de fraude electoral cumplen la función de hacer posible el triunfo del PRI; cuando se recurre a las instancias legales del poder judicial en las áreas electorales, es común que los jueces se inclinen por despreciar pruebas y testimonios del recurrente fraude y terminan por desechar la queja interpuesta. Así, el PRI, controlando, hegemonizando, creando una cultura del fraude, de corrupción e incluso de “valemadrismo” ante el significado profundo de la legalidad y vivir en un Estado de Derecho, logra “ganar” la mayoría de las elecciones, tanto a nivel estatal como    municipal y distrital.
A pesar de que se escucha entre una buena parte de la población que el PRI gana mediante el fraude y la compra de votos, no existe un movimiento social cohesionado, que en fuertes agitaciones postelectorales someta a crisis al sistema y logre tumbar al gobierno… este, se despliega en una serie de mecanismos de “compensación” comprando voluntades en lideres de “oposición” corruptos y en una serie de políticas públicas de transferencia financieras hacia los más desprotegidos que logran un efecto tal y como lo logró Nerón con su política de “Pan y Circo”.
Es cierto que la diversidad de la sociedad mexicana ha roto los viejos esquemas partidarios y que se presentan de mejor modo las candidaturas ciudadanas y que el número de partidos políticos se ha multiplicado, sin embargo, la política priista de cooptación y compra de voluntades corruptas ha creado una cruel simulación de la democracia y de la diversidad.
No es raro ver candidatos “independientes” impulsados por el PRI que inician campañas para dividir el escaso voto de oposición, de partidos políticos paleros que con el mismo fin, desgarran la escasa unidad de los grupos que quieren construir otro modelo de gobierno.
De hecho en toda campaña electoral hay dos frentes que buscan estratégicamente crear “alianzas” para derrotar a su enemigo: las alianzas del PRI, puesto en el centro del espectro político, que dados los recursos financieros y político administrativos, resultan más fáciles de construir y las de la oposición, cuya desventaja financiera, administrativa y cultural lo expone siempre a la precariedad.
En Veracruz el PRI ha sumado fuerzas corporativas de viejo cuño dentro de los sectores sindicales, campesinos y obrero patronales, incluso en los populares, donde se despliegan programas, tanto estatales, municipales y federal donde “algo” se le da a la gente: desde la mísera despensa de alimentos hasta plazas administrativas en las distintas secretarias del gobierno, pasando por permisos, concesiones, contratos y todo mecanismo que le sume votos o por lo menos: no lo hagan en contra de él.
Ante ese escenario, dos fuerzas ideológicamente adversarias, contrarias, ubicadas en la derecha y en la izquierda, han abandonado sus principios políticos y éticos con el fin estratégico de intentar derrotar al PRI.
Por lo menos, en el PRD, partido que conozco desde adentro, su máximo órgano de dirección: el “Consejo Estatal”, en su momento aprobó una “Amplia Alianza Ciudadana” para enfrentar al partido hegemónico y construir un nuevo gobierno democrático con una ciudadanía participativa, justiciero y plenamente respetuoso del Estado de Derecho. Dicha alianza debería estar privilegiada con la “sociedad civil”, es decir, con los movimientos  sociales de maestros, jubilados, familiares de desaparecidos y trata de personas, víctimas del narcotráfico, periodistas, mujeres, jóvenes, grupos indígenas, en síntesis: de todo movimiento o persona, que han sufrido los embates del mal gobierno priista; y en última instancia con partidos políticos diversos, incluido el PAN. En ese sentido, también la dirección nacional del PRD se pronunció, ante la falta de real competencia electoral en el país y los mecanismos ilegales del PRI para mantenerse en el poder.
En Veracruz no se ha respetado el acuerdo del Consejo Estatal ni del nacional, porque lejos de priorizar la alianza con la sociedad civil, se privilegió la alianza con Miguel Ángel Yunes Linares, prominente priistas y ex secretario de gobierno en el sexenio de Patricio Chirinos Calero, quien ante la pérdida de la candidatura a la gubernatura frente a Fidel Herrera Beltrán decide, con todo y su familia: ser un converso y volverse panista; actualmente es diputado federal por ese partido.
La deriva de Yunes desde el PRI hasta el PAN no es igual que la que hizo el ingeniero Cárdenas del PRI al PRD; mientras el primero ha recorrido ese camino con las misma herramientas que cualquier priista utiliza para hacerse del poder, el ingeniero Cárdenas utilizó un programa democrático y su prestigio ético y moral para construir el PRD y seguir bregando en la construcción de un nuevo gobierno, diferente al PAN y al PRI.
En el seno del propio PAN las inconformidades por el poder que Yunes tiene dentro de ese partido no son menores, los panistas originarios, siguen viendo con malos ojos el arribo del priista a la cúpula estatal del PAN y su asalto a la candidatura de la gubernatura; saben que entre la forma de hacer política de Yunes y la plataforma del PAN hay un tramo insalvable en el campo de la honestidad, la congruencia y el ideario político.
En el campo de las izquierdas, particularmente en la dirección fragmentada del PRD estatal en Veracruz se vive:  la mezquindad y la ruindad reina. Traicionando los resolutivos del Consejo Estatal y Nacional, el grupo en el poder está montando la candidatura de Yunes a contrapelo de la base del partido, pero sobre todo, de los miles de simpatizantes que no ven con buenos ojos una alianza con su adversario político.
Al PRD lo obliga su “línea política”[1] aprobada en el último Congreso Nacional, en cuanto a la formación de un “Amplio Frente Político” para lograr tres objetivos estratégicos: Terminar con el modelo económico neoliberal, impedir la regresión hacia el régimen autoritario, y lograr la construcción de un Estado social, democrático y de derecho, tal y como lo señala el numeral 3 de dicho documento.
El numeral 4 de la línea política, obliga al PRD y sus direcciones a que toda política de alianzas sea “transparente, de manera pública y de cara a la ciudadanía y en torno a programas y plataformas que impliquen cambios democráticos”, estableciendo además el grado de corresponsabilidad del partido en esas alianzas una vez que se integren los gobiernos.
El numeral 5 de documento, señala claramente que las “alianzas políticas, electorales y coincidencias parlamentarias” deber ser orientadas principalmente hacia “otros partidos de izquierda, hacia las múltiples organizaciones sociales, civiles y, especialmente, hacia todas y todos los ciudadanos que comparten una identidad democrática, libertaria, progresista e igualitaria” fomentando de esa manera el programa del Partido y de la izquierda en México y dice de manera enfática: “Reafirmamos que en la perspectiva actual de nuestro Partido y en las de sus dirigentes nacionales, no existe propósito alguno de establecer alianzas electorales de carácter general ni con el Partido Acción Nacional ni con el Partido Revolucionario Institucional.”
El numeral 6 de la línea política del PRD, por consiguiente señala que la “excepcionalmente” y para fines específicos habrá alianzas más “amplias y más allá de la Izquierda” pero “en ninguna ocasión con el PRI”; así, sigue diciendo el texto: “Nuestras alianzas electorales sólo podrán establecerse, a partir de que estén sostenidas en agendas legislativas y programas de gobierno que prioricen el interés superior del país y de la gente; que tengan carácter social, democrático y progresista, que sean de conocimiento público y que, invariablemente, sean avaladas por la dirección nacional del partido.”
Queda claro, que el PRD, mira estratégicamente la necesidad de aliarse con fuerzas de izquierda de la sociedad civil para derrotar al PRI y que el extremo es llegar a unirse con el PAN para dicho propósito, y que ese extremo debe ser cuidado sobremanera: priorizando el interés superior del país, de la gente; además que se base en un programa eminentemente de carácter social, democrático y progresista, de conocimiento público y que en última instancia, lo avale la dirección nacional.
Es justamente en el objetivo ético-político donde la alianza en Veracruz, entre la dirección del PRD y Miguel Ángel Yunes Linares, está violando la “línea política del PRD” y traicionando a sus militantes y a la ciudadanía que se identifica con la izquierda y la democracia; pero además, de manera trágica, labrando su propia derrota al construir una alianza: a contraespaldas del movimiento democrático veracruzano.
Esta alianza tipo “frankestein” es contranatura de toda alianza estratégica en el campo de la lucha política electoral; pues dado el control del PRI de la estructura administrativa y de los estamentos sociales vía mecanismos clientelares o coercitivos, aquella, cree que puede hacer lo mismo que el PRI para “comprar” los votos ciudadanos suficientes para derrotarlos. Una estrategia así, solo consigue llenar más de estiércol el cochinero que se quiere limpiar.
El ciudadano que quiere derrotar al PRI y aspira a un nuevo gobierno, no votará por un Yunes que ofresca más de lo mismo, para eso están sus primos: tanto Héctor como José Yunes que son los candidatos del PRI… y éstos lo saben, saben que hay un tercio de electores que les da igual por quien votar, por consiguiente, simplemente impulsarán que se vote en la misma dirección de siempre; así, el voto duro del PRI y el de los electores que les da “igual”, resulta suficiente para ganar por una mayoría dentro de las minorías.
Finalmente, a las élites del PAN y del PRD que impulsan la alianza “PRD-Miguel Ángel Yunes Linares” no les interesa mucho ganar las elecciones a gobernador, les interesa ganar algunos cargos de diputados vía plurinominal, donde puedan seguir medrando del erario público; eso sí, venden la alianza a los bobos como una estrategia “ganadora”, cuando dejarán que se desinfle a la mitad del camino y reinicien las negociaciones para cargos administrativos de cualquier tipo.
Por su parte, la otra izquierda, MORENA, y los movimientos sociales veracruzanos, estarán sin tanto aspaviento sumando votos a nuevos candidatos o tal vez viejos, que arriesguen propuestas que ataquen de frente las carencias de los gobiernos del PRI y propongan audaces soluciones en materia de corrupción, de seguridad pública, de empleo, de igualdad sustantiva entre los géneros y demás derechos sociales de los grupos marginados del estado.
Luego vendrá el infierno y el vituperio, cuando se acusen mutuamente de su “derrota anunciada” y se descubra como el propio gobierno “le dio” dinero a sus agentes, tanto dentro del PAN como del PRD, para larvar y torpedear la alianza friki.
Queda poco tiempo para ponerle remedio al fracaso y ese remedio está en dejar las candidaturas a la sociedad civil, a los maestros disidentes, a los pensionados recién golpeados, a las cámaras empresariales, a los grupos de ecologistas, a los movimientos por la igualdad sustantiva, a los indígenas… todavía hay tiempo… veremos si gana la necedad o la ambición política de las cúpulas.
Por mi parte, votaré por todo candidato ciudadano que proponga un proyecto de gobierno fundamentalmente social, democrático y de derecho y que además demuestre que es consecuente y acepte la revocación del mandato sino cumple con el mismo.







[1] http://www.prd.org.mx/portal/documentos/linea_politica_2014.pdf

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